viernes, 30 de julio de 2021

Medellín

 Primero el olor. La sensación de aumento de temperatura nos anuncia la llegada al valle si es que aún no lo habíamos notado en el trancón de la autopista norte. De las laderas a lado y lado del valle brotan casitas que transforman el verde en ocre y trepan lomas, planicies, bordean cerros y lo llenan todo. Ahí habita gente que baja al valle a habitar el trancón de viernes en la tarde como yo. Es incómodo, el aire es pesado y el paisaje no es precisamente un placer estético, sino más bien un choque de circunstancias que han puesto todas esas casas así. Fluye un poco el trancón y se deja ver una nave espacial gigante de la que salen cápsulas suspendidas de un cable. Una fuerza extraña vomita esas cápsulas que suben la montaña y vuelven a bajarla colgadas de un cable y llevan personas adentro; es el nuevo metrocable de Picacho que pasa por encima de nuestras cabezas y rompe el paisaje demostrando porque esta ciudad está llena de contrastes. A mis ojos y viniendo de donde vengo, todo parece un futuro-presente distópico lleno de autómatas con tapabocas siguiendo rutinas antinaturales impuestas también por una fuerza extraña. Los ríos son marrones cómo las montañas y huelen mal. Los habitantes de esta ciudad tienen hollín en su piel y pulmones. Tienen hambre y miradas tristes, los hay de muchos colores y procedencias, todos buscando en sus rutinas cómo sobrevivir el día a día, unos más sucios, otros más limpios, pero al fin es igual. Entramos al centro, las personas por metro cuadrado se multiplican y así las posibilidades de que cualquier cosa pueda suceder, como ver una vendedora ambulante muy bastantona chupando chococono con gafas de animal print, porque ante todo Medehollín es una ciudad con estilo. Veo un carrito ambulante vendiendo chicharrón con papas y casi me tiró de la moto. Ahora son las 6 de la tarde de un viernes y estoy en el corazón del hueco (un buen nombre para el centro de este valle encerrado entremontañas que te atrapa y secuestra como si fuera un hoyo), y recuerdo que lo que me hace salir de casa y estar aquí es la gente, sus rostros, sus quehaceres simples que sostienen toda esta red de circunstancias que mantienen viva está ciudad, una ciudad, cualquier ciudad.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Azul Barú

No, ése color no lo tenía prismacolor, no, ése color nunca lo tuvieron las crayolas que sabía comerme con tanto gusto en preescolar, no, ése color ni siquiera lo había visto en un puesto de frutas de toda la minorista. Ése color sólo lo iba a conocer ahora, uno nuevo, para mi recientemente ampliada paleta de colores.

Azul Barú es un eléctrico, energético, magnético, fresco, arenoso, luminoso y caluroso color que se puede encontrar a 2 horas de la amurallada y romántica ciudad de Cartagena de Indias, en un día normal a las 10 u 11 de la mañana. A mi me lo presentó oficialmente un muchacho con unos ojos muy parecidos a su corazón, un noviembre atareado en el que decidí hacer un alto porque valía la pena. Sin ninguna duda pintarse es lo mejor de éste color, meterse ahí y dejar que la extraña corriente lo lleve a aguas más frías o cálidas durante una tarde, es un regalo que uno no debe ni merecerse. Es un color tibio, que al pintar acaricia, que no es agresivo a pesar de su tono eléctrico y que se pone coqueto al atardecer y alegre en las mañanas.

En la tarde al sol le da envidia y por llamar la atención, se pone rojo y decide perderse así en el horizonte de gamas de azules separadas por líneas de variada intensidad. La arena es igual o más entrometida que los cangrejos, tiene complejo de omnipresencia y es por eso que hasta hoy creo tener arena en lo que me acompañó en la experiencia. Ésa inolvidable sensación de bailar sobre ella tiene un precio, y es el de recordarla para siempre.

Desayunar arepa de huevo, suero, jugo de corozo y patilla con la complicidad del resplandeciente azul barú recién despertando sus brillos gracias al astro rey y la arena blanca como una sábana bajo los pies, siempre me serán recuerdos claves para nunca olvidar ésa mañana en la que se aumentaba mi ahora nueva paleta de colores.
 

lunes, 24 de septiembre de 2012

Tierradentro


Hipogeo.

¿Quienes eran, quién les dijo que había vida después de la muerte, cómo hicieron éstas tumbas sin luz y a punta de piedra y de qué lugar del alma les brotaba tanta fervorosa fé para hacer cosas tan maravillosas que luego de 3.000 años perduran en el tiempo?.

Esos rostros se nos hacían cada vez más familiares.

Se parecían mucho a los que nos encontrábamos en los caminos, las calles, los museos y los mercados.

La noche que fuí la Messi del billar.

¿Cómo lo hiceron en una época sin luz y sin cinceles?.

Pues con la convicción!.

... "Es más: no estamos solamente contra la presencia de la guerrilla o del ejército en nuestros territorios; ¡estamos en contra de la guerra en todas sus dimensiones, en nuestros territorios y en el país! Lo afirmamos porque llevamos cinco siglos soportándola, y sabemos como nadie de sus dolores y de sus miserias, incluso cuando fue inevitable que nos tocara meternos directamente en ella, con la Gaitana y el Quintín".


Del Cauca no me iba sin conocer la biblioteca.

No conocí sólo la biblioteca, conocí el yogurth del señor muequito que hablaba en francés, la amabilidad de doña Sandra, el compromiso de Lady y que uno nunca está sólo donde la gente es tan bella.

Tofía, Tofía venga!

Y tantos eran que ya no recuerdo sus nombres...

Sólo recuerdo que me estaba hospedando en una de las tantas montañas que se veían al frente y no tenía idea de cómo iba a devolverme, pero estaba con Tofía Tofía venga y con la gente más amable del mundo.

Inzá y el señor que cargaba bultos en la plaza y bailaba en el bus.

La gente del Cauca es tan bella como los paisajes.

Chancuco un viernes santo afuera de la iglesia... Nos vamos a condenar!.
¿Qué estaría pensando el zarco cuándo hizo el desierto?

El patio de la casa de los desayunos con arepa de queso de chivo y el mejor guarapo del mundo.

Nabusímake

Aquí nace el sol.

Partir de que todo nace del pensamiento es una afirmación enorme y bella para el ser humano. Un mito de creación basado en lo etéreo, intangible y mágico del espíritu da como resultado un pueblo que ha sido capaz de convivir armónicamente entre ellos y la naturaleza durante siglos sin alterar los ciclos vitales de la naturaleza y del pensamiento.

Darwin se equivocó, Aluna fué nuestro verdadero caldo de cultivo.

No se permiten las fotos en el pueblito, más que por el respeto debe ser por disfrutar.
Ésta foto no es mía, pero les puedo decir que es así y aún más bonito.

Perderse entre los maizales detrás de las casas silenciosas en el crepúsculo, en donde todo a veces se vé más claro. Contagiarse del silencio que te hace escuchar claramente los pensamientos y luego saludar a un desconocido, tan diferente pero tan idéntico a ti.

Camino al colegio.

Un llamado y la madre rompe el encuentro con sus amigas para acudir en urgente ayuda a su marrón ternerito asustado por los extraños turistas que irrumpían la radiante mañana.

"Reconocer y proteger los derechos de propiedad territorial de los pueblos indígenas les da el tiempo y el espacio para decidir por sí mismos cómo quieren interactuar con el mundo que les rodea, y les otorga EL CONTROL DE SUS PROPIAS VIDAS". Survival

El Colegio fué construido por los capuchinos para implementar la educación católica entre los indígenas imponiéndose durante 60 años. Cuando los curas fueron expulsados por la comunidad en 1982, el colegio no fue abandonado, por el contrario, siguió ejerciendo su labor pero ahora con educación diversificada.

Kankuruwa.
La traducción para casa, es lugar donde habita la luz y el conocimiento.

Y Camilo lo pensaba mientras yo miraba las cosas que aún tenían vida del toro, mientras el carnicero asesino doble de Depp se burlaba de mi y cortaba.

Luego de tener mis dedos adentro de una tráquea de toro, podría decirse que cultivé un amigo carnicero que sabe matar sin hacer sufrir.

Un Toro por dentro es caliente, pero nunca pensé que pesara tanto.

Un pobre, solitario y triste recuerdo Capuchino, eregido aún como ejemplo de la resitencia y nobleza del pueblo Iku.

Doña Amparo en una tardecita sincera me hizo comprender lo que es el compromiso y la dedicación con una comunidad, SU comunidad.

Un hogar por 4 días.

Las cobijas, las lluvias, los chistes, los pensamientos, los panes y la luz.

Como un recuerdo instantáneo el radio gigante y negro emitiendo música tropical mientras un niño tímido nos miraba entre las rendijas de una pared.

La mirada pacífica y sabia del mamo, su sutil sonrisa, la tranquilidad y el silencio que invaden los alrededores de su casa...

"La sierra es considerada como un cuerpo humano, donde los picos nevados representan la cabeza; las lagunas de los páramos el corazón; los ríos y las quebradas las venas; las capas de tierra los músculos; y los pajonales el cabello. Con esa base, toda la geografía de la sierra es un espacio sagrado". Iku

A quién estarían esperando?
Esas manticas color tierra, color limpieza y vida, los pañales, la leche y sus ojitos curiosos.

Casitas.

Debería existir una biblioteca de aromas, que a la vez fuera de recuerdos, porque el sentido del olfato se configura de ellos. Y guardar en frasquitos que no se quiebren el olor de los recuerdos, y destaparlos cada vez que se haga necesario viajar recordando, para que no se escapen del alma, ni los recuerdos ni los olores.

Y Don Edwin.

¿En qué camino andará éste sujeto de tanto temple y amante de la mantequilla?. ¿Qué estará pescando?... Debe estar corriendo libremente en calzoncillos detrás de un balón. O mostrando su fantástico mundo y maneras a un desprevenido e infortunado turista que no tuvo la dicha de nacer en el paraíso.

La escampada donde Doña María, la mojada en el río lloviendo, el aguardiente de los costeños y porsupuesto DARÍO!!!!!!!!

Nos esperó 3 horas y dijo que nos esperaría 15 años y luego se iría porque empezaría a extrañar a su familia.

Mamo Enrique, una tarde. una casa, un encuentro y una conversación inolvidables.

Equilibrio...

Y recuerdo los relojes, y su agradecimiento por la ofrenda al final, cuando los agradecidos éramos nosotros al haber podido conversar con él en su casa en el crepúsculo mientras él resplandecía.

Los cachetes del bebé debían ser casi tan calientes como la casita. La sonrisa tímida de las mujeres era casi tan bonita como las flores de los árboles.

Carito y sus cosas inolvidables, cómo las analogías de un poporo con un red bull, la de los rosales con Nabusímake, las mochilas con el celular y nuestras empantanadas, Carito, te quiero!.

Dedicarse a la contemplación debería ser una profesión.

Una noche en la sierra, un amanecer en la tierra donde nace el sol, una vida en el corazón del mundo.

Lugar sagrado Aty Zerecha, Madre de la fertilidad.
Caída de agua en Nabusímake.
Cerro Kurakata.

Ese delicioso olor!!

Era dulce y amargo a la vez. Olía a tiempo y a pensamientos. Humo de muchas comidas y muchos calorcitos en noches frías. Olía a reuniones con amigas y a caminar descalza por las trochas. Olía a haber cargado a los hijos y haberse sentido protegida por el teti de la casa. Olía a lana de oveja de todos los colores.

Graciaaaaaaaaas a todos!!!
Edwin, Doña Lourdes, Roxi, Lorena. Milady, Mila, María, Doña Amparo, Darío, los carniceros pensadores, Mamo Enrique, Mamo Camilo, Angie, Elton, Maya, El teti de mi guati, a ELLA, el muchacho que nos abrió el atún, al conductor y a Doña Piedad que rezó en el jeep y nos salvó de morir antes de llegar.



Acuaman, las causalidades y el coco...

San Pacho

Jamás se me va a olvidar su textura, toda friita y suave-dura. Cómo respiraba, cómo se veía el esfuerzo en sus ojos ya llenos de arena y lágrimas que no alcanzaban a hidratar sus cuencas en ése árido ambiente, toda ella contra su mismo caparazón pesado para lograr su objetivo de dar vida y continuar su especie. Cómo se aseguró de dejar bien cubiertos a sus bebés a pesar de su incomodidad y de los curiosos. Buen día de la madre para ella y para mi madre que 24 años antes en ése mismo día me estaba pariendo, y yo que no quería nacer.

lunes, 30 de julio de 2012

Chingaza

ÁLBUM
Una de las caminatas más largas y extenuantes,
que luego confirmó con el paisaje, que el precio
que se paga siempre es equivalente al premio.

Definitivamente tocó madrugar, dejé mis chiritos donde mi prima y me fui rumbo a conocer personalmente un páramo y más lagunas sagradas para engrandecer la lista de la colección de paisajes. Cuándo nos encontramos a Jimmy, estaba más que preparado, hoja de ruta, contrato del guía, canelazo y kit de dulces para todos. Él sabía lo que nos esperaba, nosotros optimistas, acostumbrados a caminatas de 2 horas con cascada o charco como meta, ignorábamos aspectos como que el soroche existía.

Próxima estación Guasca Cundinamarca, un pueblito en donde compramos panes en una panadería chiquita y donde un carrito modesto nos condujo a la entrada de un camino por una carretera polvorienta. Nos bajamos, conocimos al guía, que como casi todos los guías se llamaba John, y comenzamos a consumir paisaje. Allí, así uno mirase a la derecha o la izquierda, veía papas, cultivos infinitos de ellas, y una que otra vaca lo suficientemente peluda para soportar el arrebatado frío. Las montañas chiquitas, achatadas pero amplias hacían alcanzable la llegada pero serpenteante el camino. 4 horas y seguíamos subiendo, el paisaje ya contaba con pinos y pastizales amarillos en donde uno que otro hongo asomaba su colorida cabeza.

La entrada al parque!, que maravillosa casita!, la soledad y el paisaje la hacían deseable para vivir allí simulando un cuento de libro infantil. Cruzando el umbral es claro el cambio de paisaje, pues comienzan a aparecer tímidamente los pacientes y absorventes frailejones, para rematar con un fastuoso espectáculo de un bosque infinito de ellos al rededor de las 3 lagunas. El cansancio comienza a aparecer casi al mismo tiempo que la primera laguna, enorme y amplia, con algunos paticos que deben ser resistentes a la congelación dada la baja temperatura a la que puede estar el agua. Luego de caminar un rato más, entre miles de frailejones está la segunda laguna, en la que quise quedarme como un acto de conversación y largo saludo, provechoso también para mi descanso mientras los demás seguían a la tercera, que estaba encumbrada en lo alto de unas cuchillas glaciares esculpidas detalladamente por el tiempo, a la cual definitivamente no subí para dejarla como un incentivo, con el fin de verme obligada a volver. Ahora sí despedirse, tomar fuerzas, fotos, y fortaleza para devolverse a la realidad.

6 horas de subida, sin almuerzo y con un vuelo que tomar a las 8 de la noche de ésa misma noche era la agenda del día. Iban siendo las 2 de la tarde y faltaba bajar lo que nos había tomado subir medio día. Faltando casi un cuarto de camino y siendo las 5 de la tarde un carro apareció como si fuera una virgen en una pared milagrosa y le puse la mano en un acto de ingenua esperanza. El carro paró, me despedí de mis amigos dejándolos ahí en medio de prácticamente la nada y me fuí sola con los desconocidos rumbo a Guasca y de ahí a ver cómo llegar al aeropuerto. Pero cuál aeropuerto? si de frente me encuentro con un asadero de pollos!, definitivamente fué la mejor cola y pola de mi vida entera. Tenía tanta hambre que me comí todo con una rapidéz flashiana y me concentré tanto que pasó el tiempo y pudieron llegar mis amigos en una camionetica que afortunadamente encontraron en el camino, (a manera de contextualización comento que la chica que venía conmigo en el carro salvador tuvo que ser llevada al hospital, luego de ponerse verde, por haber caminado desde la entrada del parque, éso sí, ella había almorzado).

Retornar a Medellín y al trabajo al otro día, tener que botar los zapatos porque hasta ahí cumplieron su vida útil, reconocerse en una segunda visita al Bacatá en un nuevo ciclo de vida y conocer nada más y nada menos que una fábrica de agua tan majestuosa como Siecha y sus lagunas, son premios que uno paga con precios demasiado bajos así impliquen caminar con hambre y altura.

domingo, 29 de julio de 2012

Caramanta

"Aprendí que para uno encontrarse
tiene que buscar en la raíz,
En la familia, en el pueblo, en la tierra,
ahí donde un día tú fuiste feliz".
Te vengo a cantar, Grupo Bahía.  

No sé porqué hoy el recuerdo de la Cuchilla tocó con tanta claridad las puertas de mi memoria mientras era espectadora de la vida cotidiana por la ventanilla del bus. Llegó a mi la idea de que ésa pequeña comunidad terca, construida en toda la cuchilla de un morro, elevada por sobre nosotros los que sólo tenemos en la periferia edificios, es un micro universo cuyo horizonte va más allá de las nubes y llega hasta donde se curva la tierra. Imagino que la gente allí vive sin más pretensiones que las de tener una buena cosecha, tener bonitas sus florecitas, buenas relaciones con el vecino, aguapanela en la olla y simplemente ser feliz. Me pregunté entonces, cuándo me dejé colgar tantas pretensiones en el cuello de la vida y más aún, cómo desprendérmelas de allí.


Seguro ésta noche en la cuchilla llueve y la señora que nos regaló agua y vendía fritos debe tener mucho frío, lo más seguro es que la cancha voladora (una cancha de fútbol que parecía sostenida por gravitación), esté empapada y solitaria sin el caballo que acompañaba el "picaito" de ése día. No me imagino en dónde estará el caballero que me honró desde la distancia con un trago de ron, ni tampoco el novillito que tenía complejo de perro y que andaba detrás de todo el mundo buscando cariño. Lo que sí creo es que Don Eladio debe seguir trabajando en su finca, tranquilamente, con el bello brillo que da la inocencia:

- Don Eladio, y por qué dicen que en esa quebrada hay tanto oro?.

- Es que cuentan que los indios iban con una recua de mulas cargadas de oro a esconderlo de los españoles, se vino un derrumbe y ése oro sigue saliendo de ahí.

Sentadas ahí escuchábamos las detonaciones para sacarle el oro obligatoriamente a las montañas, pero ellas continúan inmutables haciendo brotar oro, flores, papas, árboles y repollos, hasta el día que se cansen y digan no más con un gran estornudo y se deshagan de nosotros para comenzar un nuevo ciclo.

Magdalena Medio


"El miedo herrumbra las áncoras, cada cosa que pudo alcanzarse y fue olvidada
va corroyendo las venas del reloj, gangrenando la fría sangre de sus rubíes.
Y allá en el fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes
y comprendemos que ya no importa".
Cortázar. 

El calor es casi no sentir nada sino incomodidad para estar. Estar allí era casi imposible, nada sucedía, la atmósfera era pesada y transportarse generaba en la piel una capa pegajosa que demostraba físicamente que estabas en el potente Magdalena Medio sobre las corroídas vías de lo que alguna vez fue el progreso de un país férreo que ya no camina por esos rieles porque ya no los considera productivos. Pero transportarse era estar, quizás porque era una manera de irse, o de realmente ubicarse en un paisaje de montañas chiquitas mezcladas con grandes planicies, techos grises y ríos cafés, donde las tardes pasaban inmutables acompañadas de un helado, un salpicón o una chismoseada sobre una vida ajena dada la deficiente oferta de planes del contexto.  

Guiar un caballo, perderle el miedo a las mulas, conocer los cocuyos, entrar primero al campo (y de noche) que al pueblo, captar una imagen inolvidable de un bateador de rió descansando en un claro de luz luego del trabajo, un baileys en la calle, otro viaje más en motorrodillo y cosas por el estilo, eran las situaciones que ahora transformadas en recuerdos llegan y me susurran que en realidad estuve allí. Ir al río era una de esas curvas en la variable que se configuraba en osadía por el hecho mismo de arriesgarse valientemente a enfrentar su corriente. Una vez hubo un circo, una vez hubo enfrentamiento con ese río, pero lo que realmente cambió todo fue haber logrado ESTAR allí, para saber ahora en donde esconder el rencor y el miedo.

lunes, 2 de mayo de 2011

Guatavita!!


Resulta obvio agradecerle a Charly García por lo que le ha hecho a la música contemporánea, pero lo mío en éstas circunstancias es diferente. Al Charly García ausente debo agradecerle mi encuentro con Guatavita, con lo que ahora tengo y con grandes amigos, pues al señor, en una de sus características excentricidades se le dió por cancelar el concierto programado para el 29 de noviembre de 2009, lo que configuró inservible la compra del tiquete de avión para llegar a tiempo a su derroche de artilegios luego del ECAES. Tomo entonces la decisión de viajar con el único y no menos fabuloso fin que de conocer.

Muy fuera de mi acostumbrado "bajo control", llego a la fría y no bien ponderada Bogotá, a un aeropuerto dónde nadie me esperaba y en el que estaba más desorientada que un chino en la oriental, mientras la pobre Carito estaba siendo una víctima más del ahora famoso carrusel de la contratación. Por otra parte muy dentro de las acostumbradas "apariciones coincidenciales" de John, lo veo caminar hacia mí en las afueras de ELDORADO (vaya curioso nombre!), para así acabar con mi extravío, convirtiéndose en mi lazarillo de metrópoli. Más tarde Carito aparece y puedo por fin abrazarla, sin imaginar que eso sellaría una amistad que estaría presente en los viajes más sagrados que he realizado. De ese momento como un destello, recuerdo una Cocacola...

Nos dirigimos al infaltable centro. Recuerdo que la perspectiva de la décima me gustó, lo expresé y ambos me miraron con ojos de "está loca ¿cómo puede gustarle ésto?", a lo que les doy la razón en la primera parte del postulado. Me condujeron al Chorro de Quevedo, que estaba tan solito como un champiñón y en el que habían champiñones y chicha. De ese momento como un destello, recuerdo un Shrek muy mañé, un árbol de navidad enorme en medio de la plaza de Bolívar, a Gaitán, la suave textura del pelaje de una llama y una señora gritando "Virulea" en la séptima.

Me señalan la Luis Ángel. Me explican cómo utilizar transmilenio y yo trato de entender, la madre de Carito me hace digna de una lasagna y una compañía deliciosa para luego partir a la casa de Liliana y Luis, sin los cuales definitivamente me habría sido imposible sobrevivir esa semana. Siendo temprano en la mañana me levanto rumbo al centro sola... Próxima estación Museo del Oro, sin saber que significaría eso para mí en el futuro. Me bajo rumbo a CONOCER. Frente a la gran vidriera de la Luis Ángel descanso y pienso en Manu Chao, otro al que debo agradecerle media tonelada de cosas. En la sala Luis Caballero me siento a ver dibujar a una muchacha, cosa que admiro fervorosamente dada mi imposibilidad para hacerlo y recorro las bibliotecas cercanas con ayuda de un libro llamado "Bibliotecas de Bogotá". De ese momento como un destello, recuerdo una empanada de queso y a Gonzalo Arango en la casa de José Asunción Silva.

Llega Carola y con ella la noche, antes de eso aprovecha y me lleva a la Biblioteca Nacional. Luego de un cafecito, ideal para consolidar la amistad, descanso. Al próximo día tengo trabajo que hacer y me dirijo al MAMBO, luego a la Nacho con John y en el marco del escenario de la Perola consolidamos también una amistad basada en las coincidencias necesarias. Guatavita se acerca.

Ese día, un nuevo color entró a mi paleta de colores. En mi memoria ahora está lo que realmente queda luego de 3 años, los detalles se esfuman, pero recuerdo levantarme temprano repleta de ánimo para un encuentro mágico, pero el ánimo se quedaba corto comparado con lo esperado. Portal del norte, edificios realmente excéntricos y muy colombianos a la vez me bombardeaban por la ventana del transmilenio. Sin duda pedí la rebaja respectiva en el bus intermunicipal, la cuál fué concedida. Luego de 1 hora de viaje, Carolina anuncia la llegada a un lugar en medio de la nada: una carretera gris que subía, pronto, nos encontraríamos de ahí para arriba, la señales que indicaban que estábamos cerca. Un dulcecito de harina con arequipe que traía recuerdos de amores añejos para recobrar la energía y seguir para arriba, luego, hacer autoestop a camiones paperos grandes y chiquitos que nos ignoraban, hasta que por fin uno, llamado Raúl y llanero, se apiadó de nosotras y nos hizo el honor de ser sus pasajeras. Enormes y perfectos cultivos de papas reposando y creciendo en montañas bajitas en donde los separaban las vacas, era lo que nos otorgaba el paisaje. Al descender triunfantes de nuestro gran logro de lata y cables, cuyas placas hice alguna vez en un chance, se nos hincharon los pulmones con atmósfera azul clarito combinada con café, amarillo tierra y verde cultivo. Pronto se llenarían los demás espacios necesarios de nuestra alma y nuestro cuerpo de un bienestar otorgado por años de conocimiento, paz, armonía y la tranquilidad que da la naturaleza y la sinceridad de los sentires, ése era el color nuevo: un verde Guatavita.

Recuerdo un portón grande, una bienvenida corporativa a un lugar sagrado, hacer el pago respectivo en la taquilla en donde la publicidad nos decía que "Era para conservar el lugar y que no sucediera como en épocas anteriores". La actitud de barequera paisa no sirvió de nada allí donde rigen los estándares y entramos por el mismo precio que cualquier otro ciudadano del común, con una peculiaridad: Sin batería en las pilas de la cámara. De ése momento como un destello, recuerdo la llamada de Camilo a preguntar por mi viaje. Frotamos las pilas, pues tuvimos la desventaja de que no nos prestaran ningunas y que no hubiesen tienditas en el lugar. Teníamos pocos compañeros de ruta, pues era un miércoles, lo que hizo que tuvieramos un recibimiento maravilloso por parte del guía. Entramos a una casita que representaba un lugar sagrado para los Muiscas, ése no era un lugar cualquiera, tenía un centro, varios pilares fundamentales y dos puertas, una para entrar y otra para salir, los Muiscas decían que nunca se sale siendo el mismo de allí... Tenían razón. Sentadas en el centro, John nos dió una bienvenida en chibha que generó ese momento en que las emociones trascienden a lo físico transformadas en lágrimas tímidas que se esconden como escapadas.

Caminamos realmente poco, tan poco, que fue una sorpresa cuando al mirar a mi izquierda, estaba la concentración de agua más maravillosa, grande y verde que nunca había visto jamás. Nos recibió con una calma digna y serena, mostrándonos su majestuosidad con remolinos amarillos en donde reposaban algunos afortunados patos. Ella me presentó la tranquilidad y lo natural que es en el ser humano la necesidad de creer, me enseñó que viajar es la terapia más curativa sobre el universo y que lo sagrado existe.  De ése momento como un relámpago, recuerdo el haber imaginado sus orillas repletas de hombres, mujeres y niños, de la más genuina, pura inocencia y fuerza, celebrando y esperando ver a su Zipa, coronado, surgir bañado en oro de la sagrada laguna en donde Guatavita se ahogó con su hija por una pena de amor, para luego convertirse en la reina de las aguas y emerger en las noches de luna menguante en medio de la espesa neblina, para escuchar los ruegos de su pueblo, al igual que ahora lo haría el gran cacique Dorado.